lunes, 31 de diciembre de 2012

EL QUE MANDA

No es que yo pretenda ser verídico, pero se trataba de la novia de uno de la peña de los bares y estudiaba primero de Medicina y empecé a hacerle el favor de ir a buscarla los días que salía de hacer prácticas de la sucursal docente justo enfrente de la Facultad de Ciencias de la Información —que ya llevaba demasiado tiempo sin pisar por cosas del trabajo y otras perezas— y luego nos íbamos a coger el tren a Nuevos Ministerios y durante todo el trayecto ella no dejaba de hablarme de los cadáveres que usaban y de sus compañeros siempre a punto de potar y a veces me ponía a oler su bata impregnada de formol y creo que esa peste ha sido lo más cerca que me he visto nunca de la muerte como hecho

jueves, 27 de diciembre de 2012

BEAT BOY

Mis costumbres como la metálica sintaxis de una base
asaeteada hablando mierda y flujo en la tarea
que inaugura este dejarlo atrás, oh, ser un comerciante
florecido en la metástasis heroica que nos ciñe
a los amantes buscadores de la muerte nuestra:
pentatónicas [y a veces más dodecafónicas que sierpe]
escalas dedicadas con cariño sumo a los pajeros
reincidentes hechos barro y prieta falda
que conoce las diez formas antológicas de ser plisada
en una foto donde riñése a angustiada adolescente
por tenerse en garfio de prosopopeya escandalosa. Je.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

SEÑAL Y COPYRIGHT

La pictórica cobarde del insomnio machacaba
a Charlie Baudelaire balanceándose entre las parisinas
gárgolas y el néctar de los homicidas. ¿Los archivillanos?
¡Qué gandules! Huyen del tesón del fuego referido
a una intrincada pose negra de navajas y grilletes...
Charlie les acosa con el corazón de un dálmata
sediento [heraldo de pureza incestuosa] y habla
[me habla a mí] del riesgo de crecer absorto y cotidiano,
preso en torniquetes cada uno de los cuales
es la única explosión legible que se admite por el Siglo.
Hemos de seguir aquí, lamenta en la cornisa acuclillado
desde dónde debe planear, a ciencia cierta,
a otra cornisa y crudo, muy crudo, desascender:
no hay más remedio [es poesía] ante el muñón
que se concede como asfalto y pusilámine secreto.

lunes, 24 de diciembre de 2012

MAL LLAMADO "MISMO"

Veamos. Lo que «sucede», se «sucede» así: desde mil novecientos setenta y ocho y cada cuatro de abril de cada diecisiete años, el alcalaíno Barrio de Venecia es inundado por el río Henares, que proclama el nacimiento de su encarnación terráquea con una procelosa «sucesión» de vísceras acuáticas lamiendo las calles sin que ingeniería humana alguna pueda remediarlo: ni en el setenta y ocho, cuando el barrio apenas era un descampado, el noventa y cinco, con el paseo y los desniveles trazados para apartar las aguas de las casas o el dos mil catorce, con diez lunas negras atrancadas perperdicularmente en su orilla más abierta, en vano.

viernes, 21 de diciembre de 2012

WHATSAPP

Estábamos con el sigilo irrenunciable de los ismos
cuando el transparente mazo dio su hora
al honorable Doktor y chapoteé en el jugo
de los globos oculares, del cerebro como unos dibujos
animados fracturados a la altura de las cervicales...
¡Cuánto amasteis al Pelícano de Maldoror! Yo tomo nota.
Escribo esta milonga hueca que alguien tiene
que desbaratar: hoy sangran mis axilas, sí,
mañana pueden ser las vuestras. Lo recuerdo entero,
lo recordaré [más propiamente hablando] mientras raspe
la genealogía intrusa de los asesinos o la mierda
sonriente [emperatriz de los emoticonos]
se me tergiverse atroz y encandilada por los humos
del teclado con el que a vosotros me encomiendo y os confío.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

THE SAVAGE LAND

Satanás combate a un Dinosaurio
enfermo de la satiriasis más
cretácica y febril con la que nuestro
jóven lector pueda, si eso,
empatizar alguno de estos días:
veo a Satanás [sus alas] revertir
al estadio evolutivo de los filos
mientras Milton satisface a William
Blake y viene aquí un humor impropio
para la secuencia tensa que trataba
de orillar [con un imaginario
divergido entre los pterodáctilos
y la discografía entera del amigo Mascis:
tú ya sabes, nos enhebras la guitarra
en las lianas y a bregar] pues rigen
ya proféticos los antifaces
y señuelan las nieblas de la Perpetuidad.

lunes, 17 de diciembre de 2012

CREEPING COASTLINE OF LIGHTS

Tras la perpendicular va el hielo, brama el impasible
negociante del milagro: un niño de colmillos
[es colmillo cada codo, cada párpado de su sentencia]
va en persecución de los tres Magos y supura
los pecados que me hará regurgitar en el poema
mientras caen evangelistas de mil ojos hechos pan.
¿Quién nos prepara? ¿Somos recipientes de la hez
de Dios [el Megaterio de la Espléndida Sabiduría
accidental] y nos sentamos constriñendo el cáliz
del pulmón del crooner que el invierno invita
a convocar? Por decir algo. La gramática
habitante de derrotas es numérica y muy rencorosa,
no olvides al verdugo: brizna de cadáveres tan poderosos
que no había otro remedio. Escucho
ya acatarse la mortífera, la libre asociación de ideas
[todo lo que duele es épica y busco su luz,
un lánguido sulfuro] en lo que fueron las ciudades
corrompidas por el Salmo que echa a andar
hacia el perplejísimo Occidente que le resta.




domingo, 16 de diciembre de 2012

MECHA/TESLA

Vete a oír la confesión del Gran Lagarto Quincuagésimo.
Véncele con tu armadura de sesenta mil
pies cúbicos de envergaduras. Europa se aburre
nos anuncia el tráiler navideño de los cientos de reválidas
de ciudadanos inocentes [se le vetará como al tarot
y los ladrones que viven ahorcados del tobillo]
entre páginas sesgadas por el acto funcional
que inscribe mi sarcasmo... Lleva el fuego
a la sanción de la partícula y destrenza el átomo
funambular de Tokio tras la cámara firmando
el epicentro de todos los trueques a que asistes
con olfato levemente alquímico. Libre de usuras.
Prometiendo la inmortalidad o la corriente alterna
si hace falta el mecenazgo estéril de los que subsisten
o que dicen [mejor dicho] subsistir a la hecatombe
trasladando su hemorragia de un lunar a otro
[de una arteria a su sutura]. Que afiladas vértebras
al aire son lo único que forma la Nueva Corona
y es el seco fondo del espejo lo que imprime
la nostalgia a la cabeza y el mordisco abandonado
en el que nadie de los nuestros se tendría que reconocer.



jueves, 13 de diciembre de 2012

GÖTTERDAMMERUNG

No me gustan las palabras buenas. Las palabras
de costumbre. Las dulzones y limadas como los trayectos
en los taxi que te llevan de un amor a otro
como si trataran de gesticular algún perdón
o establecer las moralejas de crisis de los cuarenta
o te preguntaran, llanamente, para qué decir tus cosas
[y a la vez te contestaran con himnos
milésmos de nuestra obviedad civil patrocinada].
Somos débiles y exactos. Lo contrario
es lo se puede llamar literatura [y es que hay
obligación de hablar de letras y no de cartílagos,
eczemas o este demasiado vivo insomnio
que ya no deja ni que se me levante] si
llegamos a esa sobremesa de los titulares
y glaucomas de ingenioso autoerotismo tan teórico-
convexo. ¿Ahí me ocurrirá? ¿Las pavorosas,
putrefactas, primordiales buenas intenciones?
¿Ahí me alcanzarán? ¿Me harán de fuego y de cochambre,
un animal que ladra en la contraportada
y se me afirma muy comprometido
con el tiempo manual de la derrota [que no es tal:
es que se acabe la farlopa en el lavabo
o nadie encuentres que te pase un piti
y no te invite a su tribuna del domingo]?
Yo te brindo que no tengo nombre porque puedo
permitírmelo [este fallecer del chulo] y algún día
me arrepentiré del todo. ¿Qué más da? Las buenas
se consumen siempre igual en el anclaje del casquillo
si no hay nadie que quiera mirar al otro lado.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL DIOS DE LA GENTE QUE ODIO

El Dios de la gente que odio es caverna
y puntuación. Extracto, más que destruido.
Instante que revuela el celo de las alimañas.
Por entonces gime el acto irrevocable
del hacerme a ti en una pura ecuación de rock
n' roll y abismo [nunca supe hacerte a mi]
como las broncas de los hórridos discípulos
que acudían a buscarte al instituto
y la camiseta de tu novio goth en liza
frente a mi katana sísmica que no quisiste hurgar.
Me jodan. Toca hacer memoria y tiroteo
porque en estos versos son sinónimos
y, en cierto modo, te guardo cariño [aún
sin tener ninguna idea de lo que habrá sido
tu vida desde ahí] lo suficiente para simular
que vas a leerme esto y que sabrás reconocerte
bajo los estratos de muchachas y muchachos
contra los que edifiqué mi vida y sigo ahí.


martes, 11 de diciembre de 2012

OZ

Lo que más sorprende, con frecuencia,
es el cansancio. En la crucifixión, su trémolo
descenso para ser finalizada y los pigmentos
atascados en barniz de incendio. Debo estar,
en cambio. Es lo que toca [otros vendrán
que te harán bueno]. Miro al Cristo
y siento la perplejidad y la predilección
de Dorothy por el espantapájaros.
Yo no hago chistes: simplemente
que te asomes al abrigo del pincel pretérito
y preguntes sólo cuánto tiempo hacía falta
para coagular el oro en las baldosas milenarias,
sólo el Orco del anacronismo de esas armaduras
de los centuriones que soportan tu mirada
señalándose el costado. Dítelo: estoy muerto.
Pero soy el más valiente, el más sagaz, el más
ruidoso al reventar mis engranajes y su óxido
darse a brotar paralelismos y verónicas
que criban toda la ocasión para el añico.


lunes, 10 de diciembre de 2012

DAVID WALLACE WILL HAVE HIS REVENGE IN CLAREMONT

Quieren sus vidas calmadas como el ático que aloja
al depravado en las películas direct-to-video
que ahora hago encajar en estos versos retorciendo
la pronunciación del canto, y me preocupan:
son muchachos y muchachas agradables, no merecen
una estática clonada desde el fondo de los nervios
que aún nos quedan por sajar. Acaso dentro de diez meses,
si se insiste, serán balas las que les reciban a la vuelta
de la enésima presentación de hartazgo más novísimo,
pero es que justo se trata de jamás llegar a ello...
Hay que escribirles cartas, teletipos, negros cuajos
de mensajería que les saquen de su error, gritarles
que los ultrarreinos no reclaman nada ni las naves
surcarán el grumo de las eras para consolar
a quien no apuesta por el hielo vigoroso que hace enhiestas
a las falsas pollas de los ángeles [lo digo
por si me pedían un ejemplo de arrullar en nota al pie]
o los invencibles chapoteos de la pátina disuelta
del lenguaje puesto en pie y tan mudo y sordo y vigoroso.


UNA LECTURA DE HUGHES

Le dijo el zorro: «Es suficiente, nos estás destruyendo»
cuando su pelambre se encendió con las partículas
de queroseno que algunos confunden
con las leyes de la Astronomía
y pagarán altísimo precio por ello,

puesto que ha hallado insólita el rubor su muerte
sobre la encuadernación del libro en que leí
este testimonio, aunque imagino a un dios de lata
desmembrándose en el maletero
aquella misma noche tan reciente contra el salmo,

y pudo ser también la sola traza del comienzo,
el sueño ametrallado entre canicies
de los osos últimos que tienen el tamaño de la sangre
derramándose por la pupila cierta,
igual que la de un niño renunciado por su padre

que ya muestra los tobillos bien deformes, mas subsiste
a base de partir gusanos abisales
y viajeros incautos de camino a la carencia
en dos mitades con su pico, hecho de brea
aplicada con generosidad al rostro y triturada

la mejilla hasta hacerle adoptar la forma
de los pírricos hongos atómicos
que aprenderá si acaso a acariciar como una piel
del mundo, que no es en absoluto propia,
sino del lugar más alto de la selva traducido

por el riachuelo y lo voraz del hombre perro,
el hombre cierzo, el hombre a secas
retratándose a sí mismo con zureo
y páginas de daga en cada atroz penumbra
entre los tronos donde se sorprende echar de ver.

sábado, 8 de diciembre de 2012

STORMFRONT

Los hermanos fueron muertos por la métrica del Blanco
[entiéndase por Blanco la pesada luz, la tonelada
perpendicular del Sol nublado sobre sal
de plata y gelatina por milenios, Madre] y el líder
sobrevuela siete décadas de la identificación
de su mandíbula en los foros y las aptitudes
disfrazando su no todo es tan fácil: no son todo
bases en la Luna ni explosiones árticas
o antárticas. Ahora puedes hacer mímicas subvencionadas,
ripios o recortes humorísticos sin poca gracia,
pero el Blanco no conseguirá salvarse de ser Blanco
ni el hermano de la asfixia de una lengua sólida
como el veneno o los eslóganes. Es lo que pienso.
Brevemente. No quisiera darle menos vueltas ni engañar
a nadie con mis armas de matar que son prosodias
y sinónimos de una legaña líquida, sin costra,
sin cuajar e igual al asco emulsionado al Sol.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

LA PRINCESA ESTÁ EN OTRO CASTILLO

Sonreir la papeleta como un mustang
los abrevaderos a las puertas del Saloon. Sé
de lo qué hablo. He pronunciado el bosque negro
que se acerca tanto a las fronteras metafóricas
del tedio. Jódete, me bufa Buddha Boy, el pistolero
prístino que me he inventado para el duelo al Sol.
Van dos puñetazos en el aire y el tambor entero
del revólver glauco de las lágrimas [porque vivimos
para el necio arte del gimotear: ni un puto tiro
da en el blanco]. La pianola amartillaba el pergamino
bruto de los labios con blasfemias que no son diferentes
del humor que traigo a mi llegada... Pero mírate:
sonsácale a tu médula los algoritmos que hacen píxeles
con la decencia de los héroes hoy en día
y dime [atrévete a decirme] que no tengo la razón.

martes, 4 de diciembre de 2012

VIGILANTE

 a Raúl Quinto
Cada noche, esta brutalidad de mis sintagmas.
Despeñarse de los bancos de los parques
[su madera cruje en la refriega del morreo, cálida
desdicha del sostén de hacer gimnasia] hasta los ecos
como taquicardias percutiendo lo voraz del nudo.
No pondré remedio. Escribiré mi sangre a rítmicas
de escarcha. Estará bien. Seré un murciélago
[la claridad, para cobardes y supersticiosos].
Pensaré la chica aquí, sentado aquí de nuevo.
¿Cómo era su nombre? Mucho me sorpendería
que ella adivinase el mío por debajo de la máscara.
Seguir siendo adolescente, enfierecido apache
o pura roca de las sintonías para abrir la luna.
¿Qué retengo desde mi cruzada contra el crimen
de la vida y vuestras catatónicas esvásticas?
Seré un murciélago. Soy lo peor. Haré que extrañe
y cribaré los parques cada noche, tatuando
el fin con su facilidad perpetua [lo peor] o suficiente.

lunes, 3 de diciembre de 2012

LAS COLINAS TIENEN OJOS

Hombres que he aprendido a perdonar. Los hombres
del plausible fosco. La lealtad. El humo
y la enhebrada aguja de los tiempos concretándose
en prodigios de viga de acero sorprendente. Llámame,
si quieres, un sentimental. Juego con hachas. Les
veré venir y tengo el hambre del qué acecha
una furtiva redención por otros [el poema
sirve para poco más que dar medida del silencio].
Que aquí ocurren las borrachas reincidencias. Son
como los diecisiete años de mostaza y napalm
en el rostro de estos hombres que se suman uno,
la improvisación de lo destructo cuando ya
me pertenece. ¿Porque vivo? O porque no.
No es lo que cuenta el eslabón de las masacres
y hago propio con el cráneo
de los hombres que he aprendido a perdonar.

martes, 27 de noviembre de 2012

LULLABY

Sangro para el Occidente de los lirios. Muto.
Acúnome en mi término por abrazar principios.
La mecánica del coro se verá venir, el Rey
apostillado para quien lo entienda y diga
«Es en directo, transmitiéndoles desde la Edad
de Piedra porque los sonetos han ardido
hasta develar la esvástica grosera de su alambre
y el Lenguaje ha de morir». Yo no lo entiendo.
Esto es así. Me quedaré perplejo ante el inmenso
de los trastes que ahora ataca el pulgar loco
del bajista en los auriculares, como si me protegiera.
A ninguno de nosotros nos importa la verdad
al margen del parámetro de la belleza [pobre Keats,
citado eternamente a pie de página]. Los Soles
reviviendo sus verdes tumores impasibles,
las almendras-muchacha y el imbécil trapo
de los colonizadores y los transeúntes. Son mi celo,
pero se podrían morir todos: Occidente
en la etimología exacta que no ha habido
a lo largo de los siete veintitrés minutos de canción.
Y basta, para conservar, lo errante.

lunes, 26 de noviembre de 2012

A WARM PLACE

¿Visitamos los posibles del dolor? ¿El tegumento
en purpurina de los párpados? ¿Los capilares
como añicos y alfileres taladrándote la sien? Aquí
la lírica a la que podría encomendarte, joven Annie.
El borrador que abstrae tu cuerpo restregado
por los ojos y las biografías de mal gusto. [«No te debo
nada.» «Me habrás olvidado.»] La migraña sustituye
el pánico por las escalas pertinentes de ceguera
y el amor en sí consiste en breves actos de elegir. ¿Qué 
duele más que la presión intracraneal del vómito?
Lloraré esta muesca en la cubierta azucarada del triptán
que ingiero desde la penumbra que me lleva a ti,
oh, quince años más tarde convertidos en estiércol,
pálpito y la entraña suficiente que esto aguarda.

domingo, 25 de noviembre de 2012

¿QUÉ HACER CON CHICO BUDDHA?

Sabía bien que Buddha Boy dejó de escribir hacía ya la tira de años atrás, allá por el 87, y que desde entonces él, junto a sus palabras y junto a aquella recia envoltura de chillona lana fucsia que todos, después de leerle, imaginaban besándole el cuerpo y apropiándose como una esponja de todo el pestazo a tabaco y grifa que le saliera al paso, se habían desvanecido, igual que un guiño de ramera triste, de los revisteros de los bares de Huertas, todavía gloriosos en la época en la que los últimos conciertos de jazz libre pisoteaban con sus ecos espídicos una muerte hueca de puro amanecer.

lunes, 19 de noviembre de 2012

SPACE LORD

«No respondo de estos lerdos», dijo el Cristo Emperador
a nuestra Roma pasada a cuchillo por los ángeles
atroces –los sicarios al alcance de la Luz,
mil águilas de bronce derretidas por contacto
de una verdadera piel con los emblemas si vanitas
vanitatum, negra forja, rescisión y alardes–. Oh Nerón
de astilla incandescente hasta bien fondo de tu recto.
Te saludo. Déjame seguir mi rabia por los mármoles
como la orina de una viva farra procedente del final
del ciclo, la prosaica pira cotidiana que hace persistir
los siglos tatuados en el yeso del rayajo en diagonal
que es el poema y sus puntitos alternándose en el aspa
de una equis fragmentada. «Soy el Uno que lo cuenta
al mismo tiempo, soy el más propio lugar
entre destrozos y encabalgamientos y la críptica
raigambre que a sí misma se deshace con el filo
de las lanzas y un vinagre poderoso desde la interpolación
contra el relato de uno a quien fallara la memoria
en el momento más inadecuado y sonriese desdentando
este siguiente espacio desde el si tan sólo nos bastase rebotar
o ser grapados a las tablas necesarias de lo signo.»

domingo, 11 de noviembre de 2012

PICNIC

Yo también he sido joven (y quise matar).
Yo he leído las palabras del arquero
traducidas por un jesuita anciano que a su vez
fue trasvasado al castellano de las ediciones
de bolsillo y supe el dios, la guerra,
mi deber hincado en la coraza de algún coronel
foráneo cuyo auriga era de viento. Hoy
sentémonos en las cenizas y el rigor
atraiga las caricias como un cepo
a la memoria que no ha sido ni será. Yo pienso en ti
como otros hombres piensan en su muerte.
Esto elegí. Postea ahora mi cochambre de guerrero,
apiádate, apuñala o hazle guiños al menú de huesos
y confiésame de aquella vez a punto
que pudiste, casi, demorarte en el cuchillo
y yo te ame por mentir así mi pulso en los metales
de los largos párrafos heridos por el átomo.

LA TIJERA MANCA (M.E.T.A. INCURSIÓN)

domingo, 4 de noviembre de 2012

PASTICHE DE SAMPO

«Bienvenidas a la entraña de la bruja», rasga
mi anamnesia ante los fiordos, tantas fotos
venenosas como un corazón tres días en el fuelle
porque el tres es siempre suficiente y es lección
cuando sonrío al vidrio del asiento, el primer ferry
de la madrugada, y aparecen jibias, calaveras, cohesión
entre los rostros del anciano trovador que esgrima
tus cabellos de segunda hija derrotada, ¿ves?,
la madre en la melé terrible de los botes bajo luz
huraña que no acierta (ni desea) a poseerse
cuando los combates son lo nuestro, tomo notas
desde la escatología adolescente del que viaja
y es posible mi caligrafía sea, en sí, Pohjola,
aún los pájaros vengándose legañas
desde el hierro en que consistan esqueletos
de este lapso sin apenas poso entre los héroes.

sábado, 3 de noviembre de 2012

FRAGMENTO

Uno pensaría que el saltar entre dos muros no debe de requerir muchas palabras, si no fuera porque es muy consciente de lo que llega a suponer el pavor a las alturas y a la asfixia, que es el mismo que le acompañó en todas sus orinas nocturnas durante la infancia—o dicho de otra forma: que «empatizo» y no tan sólo «simpatizo» finalmente con los gnomos, esos cuerpos semi-minerales, filosos y escasísimos cuya naturalidad predijo Paracelso hace quinientos años, acertando todo lo que se puede acertar con una pobre especulación pre-científica. Así, resulta por ejemplo decepcionante que, al centrarse en el carácter térreo y «netamente elemental» de las substancias de entes tales, por completo olvide justificar sus aseveraciones relativas a fisonomía o biomecánica locomotiva, con lo que nos deja preguntándonos cómo es que esos pequeños esqueletos no se tronchan al encontrar una materia pétrea más densa que ellos, ni sucumben a la presión que ésta genera; ya ni hablemos de la ausencia de oquedades y otros rastros a su paso.

jueves, 1 de noviembre de 2012

QUATERMASS

a China Miéville
Naves espaciales estallaban sobre Londres
aquel año, el de la remisión,
mas los de Londres sonreían bajo cúpulas
y rayos láser y zumbidos deshaciéndose
en lo humano —‘nuestra intransigente
pirotecnia del fracaso’, lo llamaban: frases
para dislocar según qué historia—
y era entonces que nosotros,
noveles en la metódica resaca del terror,
podíamos besarnos: que ya nadie
nunca le impidiese nada a nadie
en esos días, definidos bajo la costumbre
de afirmarnos en las grandes plazas,
junto a los cadáveres radiados de valiosos
soldados mutantes, mientras una suerte
de gaviotas sin cabeza y con hileras
de dientes, como las lampreas,
en lugar de cuello se aplicaban silenciosas
a la caza de palomas y transeúntes,
quienes a millones fueran también desollados
en quirófanos de hercúlea sombra;
pero, no habitantes de las celdas, nos
nos limitábamos también a erradicar
los aspavientos más puntales
de los inflexibles amos, cópula tras cópula
con sorprendentes amebas y gases,
pariéndose los hidrocéfalos cuya piel gris
ya nunca olvidaremos, sus miradas
medio de grafito y medio conmiseración
cuando nos delataban;
porque quién se deparaba ahora
con quién, si incluso estas maravillas
que rescatan abdicaban
entre ininteligibles lloriqueos:
de igual modo que veleros hipersónicos
se reelegían no existir, la succión única
de cualquier voz contra turbinas
en su abominada alegoría
la que yo investigo todavía— que arruinó
de vez en vez haberse memorado así,
ya convertida en hábitos y desdecires
por tu parte, o posesión
desde una excelsa colección de nudos
adjetivos incapaz de simular
mudos comunes, rescoldo de lirios—
tu belleza nueva e híbrida
y, si acaso, cuando migre por las pasarelas
del Támesis sobre los cráteres
fosforescentes, se permita
muy someramente una plegaria:
¡que en tus uñas sobreviva, oh Siglo!’
como los cobaltos, esto es obvio.

GUERRA EN EL CIELO

Accept anything. Then explain it your way.

Charles Fort

Les explicaré a mis lectores cómo la canción se hace añicos en el compás veintinueve, cuando una histriónica lluvia de arpegios fuera de tono atraviesa la basta ternura entre siseos de las vocalistas para morder el tema, y la rabia precocinada del duelo entre dos Les Pauls estratosféricas, muriendo como aerolitos cosidos a la mesa Marshall, hace temblar las bujías de los amplificadores bajo unos pedales que deletrean la palabra epilepsia. Sin embargo sé que para mí, ya fuera del cuaderno de notas al que se reduce mi imaginación cuando trabajo, la descripción sería más breve, trivial. Idéntica –la comparación se me ocurre sobre la marcha– a la que haría ante el espectáculo de una colonia de leprosos atravesando un campo de minas: pseudo–épico y viscoso y ruidoso y como con pus.
En definitiva, que ahora tendré que pedir que me ecualicen este desastre. No me han traído para que haga una crítica.

domingo, 28 de octubre de 2012

INSTAGRAM

Si corrigen álamos el flanco
más accidental de la batalla, secan
guiños y saturación de larvas
al obturador que yo, torpe turista,
manipulo sin saber obedecer
su luz, acuclillado a pie de alberca
por saciarme en el reflejo que permite
este domingo, habrá que preguntárselo:
la criba del acento en los transcursos,
los pedestres párrafos de miel y roca,
el filo impronunciable de este agua,
¿van a restregarse en cada yugular
latida por lo perpendicular del himno,
el Sol? ¿Su verde afirmación posible
en el primer septiembre de los hombres
que pretenden trasladar aquí los pasos
de la rueca? ¿O cederán más bien la colisión,
el arco, el hematoma sin venir a cuento
en la sutura entre las ramas y el momento
predecible del ahogado?

sábado, 27 de octubre de 2012

LUVALL Y UN MILLÓN DE SOMBRAS

a Cordwainer Smith
Ahora que los contemplas con tan reverenciosa curiosidad, caigo en la cuenta de que aún no te he dicho que los retratos de Fukanabe Midori han vuelto a llorar esta noche —breves surcos de un azul lechoso marcaban ya sus sonrientes mejillas al levantarme— y que me he entretenido toda la mañana en retocar por mí misma el cúmulo del panel para que los polímeros perezosos terminaran de cuajar adecuadamente. Aunque sé que, como cualquier persona cabal, me reñirás por haberlo hecho de forma manual —¿y si contagio mal algún bloque? ¿y si la piel, los pulmones, se me pudren mientras duermo?— para después, tal vez algo avergonzado, querer abrazarme.

martes, 23 de octubre de 2012

PAÍS

Las palas de la avioneta muerden los últimos coágulos de nieve sobre el eje del motor y el hombre guiña los ojos por culpa de los minúsculos perdigones blancos, a la vez que forcejea con las correas de unas gruesas gafas forradas de caucho que el piloto acaba de arrojar en su regazo.

domingo, 21 de octubre de 2012

RAQUEL BUSCA SU SITIO

El empresario es el que crea empleo, así que nos pusimos a cazarles y a rajarles como siglos atrás a los bueyes almizcleros, en busca de la nutritiva esencia del empleo pero nunca dábamos con ella y dejábamos secar sus cuerpos y sus vísceras en los tejados de estaño para que el sol hiciera cuentas con ellos y les encontrara alguna utilidad, siquiera la de oler.

sábado, 20 de octubre de 2012

DEL ÁNGEL

Esto sucedió así:
  • El ojo izquierdo de Pablo Ordóñez Lardo empezó a disolverse en el blanco de la pantalla del ordenador en la tarde del sábado 15 de abril, a las 17.34 hora local. El afectado chasqueó la lengua y se retiró las gafas nariz abajo para poder frotarse párpados y entrecejo con la pinza que formaban el pulgar y el índice; poco le aliviaría el masaje, pero ahora mismo, ante los síntomas más que reconocibles, con un tercio de su visión convertido en chiribitas, fue el único gesto que le salió. Por supuesto, consideró la posibilidad de tomarse algún analgésico. ¿Sí? ¿No? Venció la voz de la experiencia: eres muy libre de terminar de joderte el estómago, tú verás... Bien. Nada. Guardó el archivo de texto sobre el que estaba trabajando, apagó el monitor ―que la conexión siguiera en marcha para las descargas― y se dispuso a acostarse de nuevo en la cama todavía deshecha. Como bajó las persianas, diremos que la penumbra daba inicio a una cuenta atrás.

martes, 16 de octubre de 2012

DISPOSITIVOS DE MEMORIA EXTERNA

A Ezequiel le hemos llamado siempre simplemente así, Ezequiel. Sólo. A nadie se le ha ocurrido adjudicarle jamás un mote, un diminutivo. Ni siquiera a Lore. Su cari prefiere entretenerse en dibujar meticulosamente cada sílaba de ese nombre con la lengua, como un mal chiste que envolviera al Humbert Humbert de Nabokov en un chándal de tonos pastel: “E–ze–quiel”. Sobre todo si no está él delante. Por ejemplo cuando con alguna de las otras ―Margo, Eli, Raíz― se sienta en una de las islas de césped más apartadas del parque. Sabemos que lo hacen para que les gritemos, les cantemos chorradas o les tiremos algo, cualquier cosa. Entonces es cuando ella coge y se pone en pie justo en el bordillo y se inclina exageradamente hasta que se le distingue el nacimiento de los pechos y la frontera del sostén de algodón por el cuello de la camisa y susurra ―aunque en realidad no susurra porque podemos oírla, pero es como si lo hiciera―: “se lo contaré a E–ze–quiel”. Es normal, de todos modos. A lo de Ezequiel con las chicas me refiero. Es el más alto y el más fornido, el más hecho, por decirlo así, de la cuadrilla. Le conocimos por la liguilla del barrio de futbito y no era malo, su problema más bien consistía en que no soltaba la pelota ni aunque le matasen. Luego lo dejó porque se apuntó a un gimnasio a hacer kickboxing. Tardó exactamente tres meses en ingeniárselas para que le dejaran el tabique de nariz como la silueta de la sierra del Guadarrama en una movida a la puerta del Kobacho. Lo gracioso es que gusta más desde entonces. Le da un aire de actor francés de policiaco de la nouvelle vague. Me imagino casi a Lore sobándose y gimiendo “Bel–mon–do”. Pero no seamos tan optimistas: podemos darnos con un canto en los dientes si a ella le suena la cara de Vincent Cassel. En definitiva, que les envidiamos de una manera cordial, no nos mentimos en eso. A medio camino entre la puñeta y la admiración. Pero es que somos unos críos, esto no durará siempre. Todavía ignoro que me quedaré muy turbado el día que vaya a comprar un sofá para mi primer piso de alquiler con Rosa y me lo encuentre a él en la tienda de muebles. Ocupará el puesto de encargado de la sección de interiorismo, así que tratará de colarme una mecedora de nombre impronunciable, presuntamente finlandesa.

domingo, 14 de octubre de 2012

LA BANCA ROTSCHILD

[...]hace ya un huevo de tiempo y la gente vive hoy la hostia de obsesionada por demostrar que nadie, absolutamente nadie les puede tomar por gilipollas y por eso meten los coloquialismos como huevo, hostia o gilipollas hasta en las escaletas de los Telediarios, aunque la gracia, cierto, está en que no les prestamos atención ya nunca, nos aburre demasiado estar veinte minutos de imágenes y labios moviéndose sin verdaderas ganas, preferimos una lata de rosado Don Simón y, a lo sumo, mirar el móvil cada cinco o diez minutos y teclear por contestar a alguna chorrada, sabiéndola perfectamente una chorrada. Eso sí, el televisor no lo apagamos nunca. Es un deje, o sea, un tic, una manía de la época en que todavía no éramos tan viejos y fantaseábamos con salir un día en esa misma pantalla de la primera hora ante la que nos hacíamos la paja enésima de nuestra vida a la salud de una locutora «perfectamente consciente» de que había, sino millones, sí al menos unos cuantos miles de madrugadores machacándosela tan sólo con un plano de su rostro y su chaqueta, a veces de su falda si explicaba el tiempo