¿Visitamos los posibles del
dolor? ¿El tegumento
en purpurina de los
párpados? ¿Los capilares
como añicos y alfileres
taladrándote la sien? Aquí
la lírica a la que podría
encomendarte, joven Annie.
El borrador que abstrae tu
cuerpo restregado
por los ojos y las
biografías de mal gusto. [«No te debo
nada.» «Me habrás
olvidado.»] La migraña sustituye
el pánico por las escalas
pertinentes de ceguera
y el amor en sí consiste en
breves actos de elegir. ¿Qué
duele más que la presión
intracraneal del vómito?
Lloraré esta muesca en la
cubierta azucarada del triptán
que ingiero desde la
penumbra que me lleva a ti,
oh, quince años más tarde
convertidos en estiércol,
pálpito y la entraña
suficiente que esto aguarda.
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