La belleza de los quince años se me antoja
tan defectuosa hoy que alguien rescata
vuestras fotos y titula Cardenal Cisneros B.U.P
93/94. No hay poema que me diera tanto miedo
ni manera de decirlo fuera de retórica anestésica
[belleza era erección, si no quedaba claro]
enfrente de los dientes que la edad ha retorcido
retroactivamente. Es un ejemplo [mío, a mí me vale]
pero nunca reivindicaré la adolescencia si no es
con miedo puro de una decepción. O de los versos pobres,
demasiado largos, demasiado emocionales de renglón
y sin boscajes estilísticos. ¿Qué esperábais que le haga?
Esto es lo que [en términos de estigma] doy. Y gracias.
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