sábado, 26 de enero de 2013

THE TERMINATOR

¿Santifico mi versión enésima de guerras,
de algoritmos? Voy a ser muy claro [y eficaz]:
lo Humano es una prótesis. Sí, qué útil
cuando tratas de esquivar la cierta ley
del engranaje en un poema [ya no cuentan
sílabas ni le penetran a Calipso con el fofo
plástico de las estrofas casi nadie], pero abunda
demasiado ese calor hipócrita del viento roto
a estas alturas. Creo yo. No escribo
para hacer amigos. La metralla es lenta
como el Siglo, me resulta inevitable coincidir
con otros y esos otros, pese a todo,
me trasiegan en la arquitectura de mi Hueco.
Es lo mejor, entonces. No fingir
que habito más que un trozo
de papel prensado con el truco permanente.
Lee y déjame en paz. Ya volveré
trepando a la ternura que te dices
que hay en ti: coriácea como el mal humor
de un celacanto, abotonada
en la sentencia pródiga de un Holocausto
que no has conocido ni, por tanto, podrás recordar.

2 comentarios: