LO PEOR
jueves, 4 de abril de 2013
LA PERRA
Rebozábame en el verbo que es ansiar —
aunque descuida
no ejecutaré ahora aquí otro lúpulo
perífrasis, legajo a la manera de un poeta
del lardo latino—
y, si te ansiábame, repito entonces:
yo soñabame, anhelábame, postrábame en definitiva
correctísimo de anclado entre estos usos
tan prosaicos como la corona del primer tebano
—
la labraron con los labios vaginales de su madre—
mucho antes de dejarle, claro
celebrada muesca en el talón bendito que, al igual que a mí,
la Perra —
afilada doncella de garras de acero—
hubo de regurgitar en la secuencia del jocoso bastonazo
entre las cejas por glosar que había sido derrotada.
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