lunes, 25 de febrero de 2013

EL HOMBRE QUE CASI CONOCIÓ A JOSÉ ÁNGEL VALENTE

Gobernado el paradigma de la escama dérmica,
los viejos hermeneutas convocaron no se cuáles
mil decentes atributos para los desnudos
y aprendimos a rimar la extensa hez que era el Silencio,
allí sucede: [barco azul] a una distancia de esternón
de dinosaurio nos sonríe este naufragio intransitable
[casi nadie es inocente] del pecado besucón
[del por ahora] contagiándonos un crimen
deleznable [casi tanto] como la verdad
montada en línea o la substancia firme de lo opaco.

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