WARREN ELLIS

Warren Ellis cuenta: el malo del tebeo suelta 
una tremenda charla por ponernos en contexto  
cuando abre las puertas que traerán a la Legión 
de Monstruos Transdimensionales y él ha liquidado 
a todos los científicos de este laboratorio excepto
a una mujer que sólo le pregunta que por qué, 
¿por qué no me has matado? y él responde: es lógico,
para tener con quien follar mientras estoy
asesinando al Mundo; así será,
ya no lo dudo, y para cuando emerjan 
de su soledad los héroes sólo encontrarán carroña
entrelazada en el terror, la lágrima, el final
y las gargantas sonrosadas de nuestros conquistadores.

PARACELSO

Un detective agotado se ocupa

de las mazmorras y le asaltan las tuestas

luciérnagas cuando el único

eslabón responde a una novela de hambres

furtivas por su propio rostro:

el gnomo cuajado en furioso escalpelo

—el hurto del fuego, el silvestre

hacen tanta solemnidad con las llagas

que lo bólido asigna nuestra distancia—

la rotación de este pacto

tras cualidad de senil bajo el aire  

o el logotipo de la nostalgia

que impiden morir.

BASKERVILLE

Crudo. Mataré la Poesía que me pone enfermo y algorítmico
del hada. No respiraré. Daré carnaza a mis insobornables
detractores. Sólo sé: voy a creerme todo, amándote.
Pues me traicionas, dulce voz en off. El delirado hueco
transcurriendo por las sobremesas y los tercios
que abanderen la ciudad cuando nos tome posesión
lo cuánto nos habíamos negado a este momento.
Memorízame el segmento antes. Llora por un buen
motivo, finalmente. Invéntalo. No estoy
para más hostias. Sí perpetuar, en cambio, la docena
de calientes huesos que nos cedo
como a los secretos páramos que alienten lo restante
del sabueso mitológico aprendido a pergeñar.

LO ESCLARECIDO

a Lou Reed

Espejo: el furioso aliciente de una epístola en Telecaster

rescinde acumulada tu cartografía novia

y se resbala más allá de perennes ejemplos

cuyo párpado lacra este perímetro o summa agotada  

cuanto me ha enloquecido —jura si quieres— como a un segundo tirador

al que abochornara la referencia de Dallas

en la trasera de un auto presidencial y mi viuda a la vez

retomara la hacienda del alarido de plomo hallado en la nuca

—dominio es ahora el nombre de la cicatriz— por su desbarre

que ensambla el fusil o sobrevuela/subcava un esbozo

agazapado ante los ejercicios de quintas y numerales

parvoesqueléticos que insinúo ya pelen mi mandíbula insigna

si por supuesto la estrofa es posible también y —no desesperes—

corrige junto las zarigüeyas cada lugar de siembra

propuesto el funámbulo falansterio pues consiste en mi precocidad

tan así decidida —derrama si quieres— que prevaleceré al sol

bocabajo averiguando qué ritmo qué ritmo

qué ritmo finiquita esta eminente prosodia tras abrir.  

IMPERIO COBRA

Esto será tu vida. Dirás «Looney Toones»  porque muchas veces te preguntarán por qué tanta sangre y habrás de improvisar una respuesta que no esté en la propia sangre. Dirás que tuviste quince años cuando oíste tu primera vez de un disco de Nirvana® que será el último, porqueCobain se suicidará a los cuatro meses —tú cumplidos ya los dieciséis— y la mayoría de la gente a la que se lo cuentes no compartirá tu diagnóstico de evento generacional, tu «qué hubiera ocurrido si el cañón de la escopeta hubiera acabado hincándose en los morros leguminosos de MamáCourtney y de Billy Corgan» y por decirlo así algunos te echarán en cara que en aquella temporada hasta Pearl Jam sonaba en los Cuarenta Principales. Gilipollas. Dirás de tu reciente adolescencia: «un soliloquio fácil que sirviera de hacer tiempo entre las pajas».

STARMAN

Los Antiguos Astronautas van quebrándose
de infinitud y malos entendidos, pero el hombre
que ha aprendido de los ciegos filos antihistóricos
reprende a la salutación del pasajero con su rifle
y, cómo no, se compadece de vosotros, crédulos:
John Carpenter ha muerto [sí en este futuro que me asila,
al menos] poseído de metrajes que os ocupará
diez siglos descifrar y nada más vale la pena ahora,
mis pequeños energúmenos transprospectivos,
que caer a esta lectura insoportable de la Tierra
contra la que hacer un hábito la remontada.