Si
corrigen álamos el flanco
más
accidental de la batalla, secan
guiños
y saturación de larvas
al
obturador que yo, torpe turista,
manipulo
sin saber obedecer
su
luz, acuclillado a pie de alberca
por
saciarme en el reflejo que permite
este
domingo, habrá que preguntárselo:
la
criba del acento en los transcursos,
los
pedestres párrafos de miel y roca,
el
filo impronunciable de este agua,
¿van
a restregarse en cada yugular
latida
por lo perpendicular del himno,
el
Sol? ¿Su verde afirmación posible
en
el primer septiembre de los hombres
que
pretenden trasladar aquí los pasos
de
la rueca? ¿O cederán más bien la colisión,
el
arco, el hematoma sin venir a cuento
en
la sutura entre las ramas y el momento
predecible
del ahogado?